Pues no, no es un cacho de texto...es una foto buahahah xD Me lo he imprimido para hacer unas modificaciones y en cuanto termine eso y el final del capo lo subiremos. Antes de fin de mes creo que ya lo habremos puesto ;)
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Informando desde el más allá
Hola a todos, sentimos mucho haber tenido la historia parada, pero no teníamos muchas opciones, falta de tiempo, otros proyectos... pero ya nos hemos puesto en marcha, estamos corrigiendo lo que tenemos hasta ahora y continuando con el capítulo 4, antes de que os deis cuenta os traeremos otros pedazo maravilloso que os hará deshaceros.
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Capítulo 3 Un futuro incierto
Capítulo 3 Un futuro incierto
Giró la cabeza hacia Cronn y Akrios a la par que
señalaba la ciudad con un dedo, la boca se le había resecado y quedado
parcialmente abierta, tras unos segundos habló.
—¿Esa es vuestra ciudad?
—¿Sorprendida? —preguntó en tono irónico
Akrios— ¿Acaso te pensabas que vivíamos en una ciénaga?
Odesa iba a responderle que al menos él
sí, cuando un enorme bicho volador muy similar a un pájaro desplumado del color
de la flor de cerezo, graznó en lo alto del cielo trazando círculos sobre sus
cabezas asustándola. El grito que salió de su garganta casi se la desgarró,
instintivamente dio varios pasos atrás comenzando a sentir un fuerte temblor en
las piernas provocado por un nuevo miedo.
—No te va a comer —avisó Akrios cuando
la espalda de Odesa chocó contra él—, a menos que le digamos que lo haga…
Ella giró la cabeza y el demonio pudo
ver a través de sus ojos un pánico que pocas veces había visto, o más bien
nunca. No pudo reprimir una risa ronca mientras posaba ambas manos sobre los hombros
temblorosos de la chica y empujaba hacia el frente, obligándola a caminar
pendiente abajo, en dirección a la ciudad.
—No le hagas caso, es un Fernir, una de
nuestras mascotas —soltó un pequeño suspiro, sorprendido de que su propio miedo
interior hacia aquella humana comenzaba a descender—, son inofensivos.
Odesa se dejó llevar por el camino de
piedra, llegaron al puente y lo cruzaron, no les separaban ya más de doscientos
metros de la ciudad cuando volvió a escuchar la risa de los niños, esta vez mucho
más cerca. Los vio a su derecha, en la orilla del río y rodeados de pequeños
arbustos, se quedó muda al ver los extraños colores de su pelo y piel, alguno
tenía una larga cola creciendo desde la parte más baja de su espalda.
—Esto es completamente irreal… —murmuró
preguntándose miles de cosas.
Tenía miedo, no lo podía negar,
¡demonios nada más y nada menos! En momentos como aquel sentía su determinación
flojear, y dudaba que pudiese soportar muchas más sorpresas después de haber
visto aquella enorme cosa o monstruo cruzar
el cielo sobre su cabeza. Suspiró mientras sentía la enorme y fuerte mano de
Akrios empujándola de nuevo.
Cruzaron un portón en el que había dos
hombres vestidos con alguna clase de armadura, ambos saludaron, en opinión de
Odesa, demasiado profundamente cuando se inclinaron y agacharon la mirada para
posarla sobre el suelo de piedra gastada, lo cual provocó un pequeño
sentimiento en ella, como si se sintiese alguien importante. Y de repente, una
risilla se adueñó de su boca cuando vio a Akrios responder a su gesto, él,
lleno de mugre y con su ropa de mendigo…
—¿Te ríes de mí, mocosa? —torció el
labio superior con enfado y la empujó con fuerza contra el muro más cercano, a
lo que ella se quejó sintiendo un poco de dolor en el hombro debido al impacto—
Te voy a tener que enseñar modales.
—¡Me gustaría verlo! —gritó levantando
el mentón altiva mientras le retaba con la mirada.
Su orgullo disminuyó un poco cuando él
afiló la mirada y apretó con fuerza la mandíbula, Odesa habría jurado que debido
la fuerza usada, le había emergido un enorme músculo en el cuello. Al mismo
tiempo, Cronn le miró sorprendido por su repentino autocontrol, algo
desconocido en Akrios hasta aquel momento, no era el tipo de demonio tranquilo
que se dejaba mangonear, menos aún por una niña humana, bien lo sabia él
después de tanto tiempo a su lado.
Con un nuevo empujón, terminaron de
entrar en la ciudad. Odesa observaba todo con especial atención, no era ni de
lejos lo que se habría esperado encontrar en una ciudad demoniaca, veía a la
gente caminar de manera tranquila con sus quehaceres matutinos, comprar,
colada… los niños corrían jugueteando y enormes hombres vestidos con medias
armaduras caminaban en lo que ella imaginó sería una patrulla.
—¿Dónde me lleváis? —quiso saber al cabo
de un rato, pues se fijó en que no se habían adentrado hacia el centro de la
urbe, sino que estaban dando un rodeo e iban por lo que serían los límites de
la ciudad.
—A ver al consejo, ya te lo hemos dicho
—respondió Akrios un poco agrio mientras la apremiaba—. Date prisa, tengo
hambre.
—¿Y a mí qué me dices? —se quedó
estupefacta por su poco tacto— ¿Crees que mi idea de un verano maravilloso era
estar aquí rodeada de bichos raros? —habló tan rápido que se trabó un poco, la
repentina furia que se apoderaba de ella la controlaba.
Akrios levantó un dedo cuando ella se
paró frente a él encarándolo, como si la señalase, entonces dio un paso al
frente y la empujó con tanta fuerza que su trasero acabó de sopetón
encontrándose con la dura piedra del suelo. Odesa levantó la cabeza preparada
para gritar todo cuanto se le pasase por la cabeza, pero la mirada que tenía
aquel endemoniado en la cara le cerró la boca. Oscura habría sido la definición más cercana. De nuevo, tragó
saliva con dificultad mientras un escalofrío le recorría todo el cuerpo, se
sintió pequeña, indefensa y un poco estúpida.
—Definitivamente voy a enseñarte modales
—enarcó las cejas mientras aquella temible oscuridad desaparecía y una sonrisa
se dibujaba en su rostro—, por supuesto, a mí manera…
Cuando ella iba a intentar hablar y
reprocharle algo, Akrios se agachó lo suficiente para llegar a ella, estiró el
brazo y la agarró con fuerza de la pechera para levantarla de sopetón mientras
ahogaba un grito por la impresión, pues por un segundo creyó firmemente que la
golpearía, o peor aún, mataría.
Se quedó tiesa cuando llegaron ante el
primer tramo de escaleras. Su menté se tiñó de blanco y su respiración se
aceleró hasta el punto de llegar a tartamudear cuando logró articular su
pregunta.
—No será cierto… ¿hay que subir? —el
aire se le escapaba de los pulmones con el simple pensamiento.
—Claro —Cronn la miró con sorpresa—.
¿Por qué pones esa cara?
—¿Intentáis… que me muera? —su cara no
escondió su actual estado de ánimo— Nadie es capaz de subir eso…
—¿De qué hablas? —se metió Akrios por
medio— Sólo son escaleras.
“Solo
escaleras…”. Repitió en su mente “¡Debe de haber cientos… miles!”.
Sin tiempo a que pudiese decir nada más,
Cronn comenzó a subir a paso ligero, Akrios la apremió y ella comenzó a seguirle
escaleras arriba. No eran muy altas, pero sí anchas para sus piernas, tenía que
dar dos pasos para llegar a la siguiente, y así sucesivamente. Un rato después
ya comenzaba a tener dificultad a la hora de respirar, y sentía las piernas
pesadas, como si se hubiesen convertido en plomo, y ni hablar de la sequedad de
su garganta, ¡mataría por un trago!
—No… no puedo… más… —dejó caer parte de
su cuerpo, apoyando las manos sobre las rodillas mientras sentía como varias
gotas de sudor resbalaban por ambas sienes— Joder…
—No sabía que los humanos fuesen tan
debiluchos —Akrios se paró frente a ella y se cruzo de brazos mientras la
analizaba—, me sorprende.
Odesa puso los ojos en blanco, no podía
creerse que después de haber subido tantas escaleras tuviese la misma cara y
respirase tan tranquilamente, era imposible… al menos para un cuerpo humano,
resistir aquello. Aunque bien es cierto, que Odesa no era una persona muy
movida, no practicaba ningún deporte ni ejercicio, y ahora le pasaba factura.
Definitivamente cambiaría eso.
Cuando al fin consiguió llegar al final
de la interminable escalera, Odesa dio un par de pasos para alejarse, cogió
aire inflando su pecho todo lo que pudo e intentó normalizar su estado. Inevitablemente,
quien fuese capaz de subir tal escalinata sin dolor de piernas, sin sudar como
un pollo y desde luego, sin morir… no era humano.
Había llegado hasta arriba medio
encorvada, sosteniéndose las piernas por el cansancio y cada varios peldaños
tuvo que frotarse ambos gemelos, en los que parecían estar afilando cuchillos mediante
su carne. Por eso, ahora que al fin conseguía enderezar la dolorida columna y
suspirar tranquila, volvió a quedarse atónita de nuevo.
Desde aquel lugar tan alto podía verse la
ciudad en todo su esplendor, sus vivos colores y el gentío que abarrotaba las
calles. Aún estando tan alto, Odesa podía captar leves sonidos que llegaban
desde abajo, mezclados con el susurro del viento que simplemente quería mecerse
contra su níveo rostro y enredarse entre su larga cabellera oscura.
Se percató de que había un artilugio de
hojalata cerca de ella, aunque no sabía si era ese tipo de material u otro. Era
similar a un catalejo, pero redondo como una pelota de futbol, con lo que podía
apreciar una mirilla. Se acercó a él sin importarle si los dos que la habían
llevado hasta ese lugar tenían algo que objetar. En cuanto tuvo el aparato a un
palmo, definitivamente supo que aquello debía servirles para vigilar un poco lo
que sucedía a tantos metros bajos sus pies, así que no pudo evitar acercar un
ojo a lo que ella supuso era la mirilla, aunque sin estar muy segura de ello.
No vio nada al otro lado.
Escuchó un leve popurrí de risas a su
espalda y se giró airada con el ceño fruncido, sintiéndose un poco abochornada
y en cierta manera, estúpida.
—¿Qué? —refunfuñó de brazos cruzados
alzando la barbilla y lanzándoles dagas con la mirada. Ambos estabas
aguantándose una carcajada sin mucho éxito.
—Nos estábamos preguntando qué estabas
haciendo mirando tan de cerca un simple interruptor —respondió Cronn.
¿Un
botón…? Pues parecía más una mirilla
que un botón.
—¿Qué es? —preguntó intrigada
acariciando sin percatarse la fría superficie de la esfera con una de sus
manos. Akrios rodó los ojos dramático y bufó cansado de tener que responder a
todas las preguntas que hacía.
—Un telescopio, simple y llanamente.
—Pues no tiene pinta de simple —empezaba
a crisparse, no estaba segura de si reía de ella, o realmente aquel demonio no
entendía lo que decía. Desde luego, al otro lado no había agujero para poder
ver—. No se ve nada si no hay un orificio de salida —cansada, señaló con el
dedo punteando con la uña el sitio exacto en donde debería ir.
Ambos demonios se miraron extrañados.
—Ese artilugio fue, por decirlo de
alguna manera, copiado de los que hay en tu mundo. No entendemos de qué te
extrañas tanto.
—No le hemos preguntado de qué mundo es —susurró
Cronn, pero Odesa llegó a captar “no
hemos, y mundo es” y se imaginó la frase.
—… Mundo —musitó la chica—. Qué raro se
me está haciendo esto… —se llevó las manos a la sien derecha y masajeó un
momento. Luego los miró de nuevo.
—De primeras, eso no se parece en nada a
un telescopio. Los nuestros no tienen botones, y claro que tienen dos orificios,
te lo aseguro. Ya me diréis cómo narices podéis ver algo con esto —señaló el
aparato.
Akrios se acercó con dos zancadas
obligándola a dar un paso a un lado. Se plantó frente al cacharro y exagerando
en demasía sus gestos, como creyendo que Odesa era tonta o algo similar,
extendió el dedo índice de su mano derecha frente a sus narices, lo acercó
lentamente hacia la mirilla como diciéndole
“¿vas pillando los pasos?” y lo oprimió.
Hubo un momento de silencio, hasta que
se escuchó un leve clic y un pequeño holograma de la ciudad en 3D se alzó
frente a sus ojos.
El demonio volvió a apretar el botón y
la imagen despareció al momento. Odesa estuvo a punto de gimotear, pero el
albino agarró su muñeca tirando de ella hacia él y con la otra extendió su dedo
índice, lo acercó al botón y lo hizo presionar, pero el bordeado de la mirilla
cayó al suelo por el desgaste de los años y ambos se agacharon para recogerla
al mismo tiempo. La cabeza de Ody chocó contra el hombro del demonio,
quejándose porque el pelo se le había enredado en el cordón que él llevaba en
el cuello y en un lió de golpes, tirones y manos, Odesa acabó rozando suavemente
uno de los cuernos de Akrios con uno de los dedos.
Escuchó entonces un siseó al que siguió
un fuerte gruñido a menos de un palmo de su cara, cuando clavó los ojos en él,
vio que mostraba una perfecta fila de dientes coronada por dos amenazantes colmillos.
—¿Pero qué…? —a Odesa se le fue todo el
color de la cara por un segundo.
Jadeó imperceptiblemente quedándose sin
aire cuando los ojos de ambos conectaron de nuevo y los de Akrios, carentes de
color a excepción de su iris rojizo, comenzaron a adquirir el color de la
sangre. No supo interpretar si ese cambio era para bien o para mal, pero por
aquél gruñido contenido, más le valía poner distancia entre ambos cuanto antes.
Akrios la intentó apartar de un empujón,
pero Odesa gritó porque su pelo se había enredado más que antes en el dichoso
colgante, dejándoles nuevamente en la misma posición, pero con un Akrios un
tanto más agitado de lo que ya venía estando.
Cronn, a pesar de haber tomado un poco
de distancia con la chica por el simple hecho de ser humana, tuvo el repentino
impulso de acercarse en lo que se tardaba en decir “uno” al ver la reacción de su amigo. Con rapidez, sacó una pequeña
cuchilla y cortó el mechón de pelo enredado, alejándola así del peligroso
demonio que parecía estar batallando consigo mismo por los gruñidos y espasmos
que tenía. En cuanto se alejó de él con un fuerte tirón de Cronn, Akrios voló
unos metros hacia arriba. De su espalda emergieron una alas oscuras que
carecían de plumas, más bien estaban formadas por alguna clase de humo, pero
mucho más denso. El demonio dedicó una enfermiza mirada hacia Odesa enseñando
los colmillos una vez más, y se fue dejándola desorientada, aterrada y
totalmente incrédula por lo que acababa de ocurrir.
Una vez Akrios desapareció de la vista
de ambos, viró sobre sí misma y observó la torre, que con la distracción del
telescopio, ni se había percatado de su presencia. Frente a la edificación se
alzaban dos majestuosas columnas romanas de piedra caliza de unos 3 metros de alto, tenían
un diámetro tan gigantesco, que Odesa estaba segura que si intentaba abarcarla
con los brazos, ni de cerca iba a conseguir enlazar las manos.
Estos dos pilares guardaban y daban la
bienvenida a una enorme puerta hecha de un material bastante parecido al hierro
pero de colores níveos y brillantes que emulaban alguna clase de efecto marino.
El marco de dicho portón, del mismo color, tenía perfilados en relieve unos
intrincados símbolos grisáceos que Odesa ni se molestó en intentar analizar, ya
que a simple vista no tenían mucho sentido. Alzó la vista, y un poco más
arriba, hallándose a un par de metros por encima de la puerta, había varios
ventanales arqueados que parecían tener la altura de una persona.
Odesa se preguntaba qué tipo de
arquitecto construía un edificio tan alto y con aquel número de ventanas, estas se
apilaban unas sobre otras. Mientras le daba vueltas al tema, era arrastrada al
otro lado de la enorme puerta por Cronn, que con insistentes empujones contra
su espalda, estaba consiguiendo el cometido de meterla dentro del edificio
antes de que Akrios volviera, que en aquél estado en el que se encontraba, no
quería ni imaginarse lo que podría llegar a ocurrir.
Una vez cruzado el lumbral, la chica
quiso preguntar por el otro demonio, pero viendo el rictus serio de la cara de
Cronn, se ahorró gastar saliva ante una respuesta que no llegaría. Atravesaron
un pequeño pasillo estrecho, tanto que si estirabas los brazos, posicionándote
en cruz, la palma de la mano tocaría ambos tabiques. Al salir del pasillo, Odesa
se quedó boquiabierta, ambos se encontraron dentro de una enorme sala circular creada
con puro mármol, aquella estancia le pareció tener el tamaño de un palacio de
diputados.
Los suelos eran de un color hueso roto y
las lejanas paredes de mármol negro que le daban un toque místico a juego con
las intrincadas lámparas de llamas que colgaban del altísimo techo, el cual era
un gigantesco espejo que reflejaba todo lo que había bajo él. En el centro,
como si fuera el contrafuerte que sostenía el edificio, se encontraba un pilar
de un material traslúcido que subía hasta el techo, rodeando una plataforma
circular y en lo que parecía una mesita a su lado, un panel de mandos.
Ody se quedó mirando el techo, se vio a
sí misma desaliñada y algo mugrienta, junto a ella estaba Cronn, que miraba
ansioso al pilar translúcido. Después de unos segundos de enajenación mental
con tanta novedad, el demonio la arrastró hasta aquel panel mientras ella se
sentía una pequeña hormiguita en una enorme colmena. Cuando llegó a la
plataforma, no pudo evitarlo.
—¡Que me maten si esto no es un bendito
ascensor! —gaznó aliviada al ver el
invento y por no tener que subir más escaleras hasta el lugar al que se
dirigían.
—Lo llamamos transportador —murmuró él.
Aún sentía algo de pavor de la humana, aunque se le hacía inofensiva.
—Es lo mismo —respondió un poco menos
asustada—. Por cierto, sobre lo que ha ocurrido an…
—Sin comentarios —la cortó— y mejor que cuando le veas luego no toques el
tema —Odesa ciñó aún más su cruzamiento de brazos y se metió dentro del pilar
cuando Cronn la obligó.
—Que conste que sigo alucinando con todo
esto —le informó la chica con sinceridad.
—Ya somos dos —masculló el rubio empujando
hacia abajo una palanca que tenía la mesa de mandos. La plataforma comenzó a
subir lentamente.
—No te muevas mucho —le advirtió el Cronn— Una caída
desde esa altura —señaló al techo— y no
lo contamos.
Odesa iba a responderle un “sé montar en un ascensor”, cuando sin
avisar, el panel que les hacía de soporte a ambos cogió impulso a toda potencia
saliendo disparado hacia arriba y asustándola de tal manera, que no pudo
reprimir el grito, al que siguió otro de Cronn cuando ella se le enroscó al
brazo como una lagartija desesperada, mientras gritaba viendo pasar las plantas
de la torre como si fueran cometas que caían del cielo a toda velocidad. Debido
a la fuerza ejercida sobre su cuerpo, cayó al suelo llevándose a su compañero.
Le importó un pimiento el número de
pisos que habían pasado cuando al llegar a su destino abrió un ojo investigando,
con cautela. Lo primero que vio fueron unas botas de cuero negro seguidas de
unos pantalones de lino grises de cintura baja que dejaban ver los huesos de
las caderas, era tan ceñido al cuerpo que bien podría fusionarse con la piel
que había debajo. Siguió el recorrido ascendente de una perfecta tableta
tostada y fibrosa de músculos semi oculta por una larga chaqueta negra, también
de lino y sin mangas.
Terminó de alzar la mirada y tragó
saliva.
Acababa de repasar de arriba abajo a
otro demonio, pero este tenía uno potentes ojos esmeralda y el pelo rosáceo
claro. Por su cara, a lo largo de ambas mejillas, tenía unos tatuajes tribales
de color ocre rojizo.
—¿Podrías decirme en dónde cojones está
Akrios? —preguntó el desconocido mirando fijamente al rubio.
Cronn se percató de que tenía a Odesa
enganchada a su brazo como una lapa cuando esta se apretujó más contra él. Este se deshizo de su agarre como su si fuera
un cazo que había estado demasiado tiempo bajo las brasas.
—Vendrá en… un rato —respondió mirando a
la chica que estaba refunfuñando.
—Más le vale, el gobernador quiere verle
y no creo que sea por nada bueno —bufó cruzando los brazos y dejando reposar
así todo su peso sobre una pierna, dándole la nueva pose, un aire informal a
pesar de las pintas serias que tenía.
—Te aseguro que estará aquí en un rato.
Cuando se… calme —puntualizó Cronn y el otro alzó una ceja.
—Cuando se
calme —repitió lentamente—. Él siempre está calmado. Es una puta laguna de
aguas tranquilas —taladró al rubio con esas dos esmeraldas que tenía por ojos.
—Ya, bueno… —se
pasó una mano por el pelo echándoselo hacia atrás, aunque los mechones
volvieron de nuevo a su lugar— Han ocurrido un par de cosas —avisó mientras
comenzaba a incorporarse.
—Me imagino —miró
a la chica examinándola—. No hace falta que entres en detalles, es evidente que
en este edificio, una de las florecillas no es de la misma especie que las
otras —sonrío mirándola sin siquiera apartar la vista hacia Cronn, que era con
quien estaba hablando— ¿Puedes levantarte? —preguntó tendiéndole la mano a la
pobre Odesa, que aún seguía espatarrada en el suelo.
—Ah… Uhn… —asintió con un poco de miedo,
pero no extendió la mano. Ella misma se levantó apartando los mechones de pelo
que le caían por los hombros y se volvió a pegar nuevamente a Cronn como si le
fuera la vida en ello, pero sin agarrarle, le había quedado claro que le
incomodaba el inocente gesto. El desconocido alzó una ceja divertido.
—Vaya, no sabía que las mujeres te prefirieran antes a ti que a mí, Gazelle —se estaba mofando del rubio,
pero este no le siguió el juego.
—¿No te llamabas Cronn? —Odesa empezaba
a tener mucho que procesar.
—Sí —gruñó por primera vez el rubio—. Si
no tienes nada más que decir, lárgate Atos —agarró la muñeca de la chica
obviando el temor por hacerlo y la arrastró fuera de la plataforma pasando de
largo del recién llegado.
—¡En realidad le llaman gacelita, pero yo lo masculinizo! —gritó
Atos desde lo lejos con las manos en la boca haciendo de megáfono.
Cronn estaba mascullando algo en voz
baja, y por el fuerte agarre de su muñeca, Odessa supo que aquél tipo no debía
ser de su agrado.
Traición, viajes a través de mundos,
demonios con mal humor, monstruos, bichos voladores… ¿Qué maldita tirada de
cartas le estaba aguardando el destino? Con la suerte que estaba teniendo, una
escalera de color seguro que no.
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