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Pequeño adelanto del capi 4

miércoles, 8 de mayo de 2013.

Pues no, no es un cacho de texto...es una foto buahahah xD Me lo he imprimido para hacer unas modificaciones y en cuanto termine eso y el final del capo lo subiremos. Antes de fin de mes creo que ya lo habremos puesto ;)

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Informando desde el más allá

viernes, 26 de abril de 2013.
Hola a todos, sentimos mucho haber tenido la historia parada, pero no teníamos muchas opciones, falta de tiempo, otros proyectos... pero ya nos hemos puesto en marcha, estamos corrigiendo lo que tenemos hasta ahora y continuando con el capítulo 4, antes de que os deis cuenta os traeremos otros pedazo maravilloso que os hará deshaceros.
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Capítulo 3 Un futuro incierto

lunes, 30 de julio de 2012.
Capítulo 3 Un futuro incierto

Giró la cabeza hacia Cronn y Akrios a la par que señalaba la ciudad con un dedo, la boca se le había resecado y quedado parcialmente abierta, tras unos segundos habló.
—¿Esa es vuestra ciudad?
—¿Sorprendida? —preguntó en tono irónico Akrios— ¿Acaso te pensabas que vivíamos en una ciénaga?
Odesa iba a responderle que al menos él sí, cuando un enorme bicho volador muy similar a un pájaro desplumado del color de la flor de cerezo, graznó en lo alto del cielo trazando círculos sobre sus cabezas asustándola. El grito que salió de su garganta casi se la desgarró, instintivamente dio varios pasos atrás comenzando a sentir un fuerte temblor en las piernas provocado por un nuevo miedo.
—No te va a comer —avisó Akrios cuando la espalda de Odesa chocó contra él—, a menos que le digamos que lo haga…
Ella giró la cabeza y el demonio pudo ver a través de sus ojos un pánico que pocas veces había visto, o más bien nunca. No pudo reprimir una risa ronca mientras posaba ambas manos sobre los hombros temblorosos de la chica y empujaba hacia el frente, obligándola a caminar pendiente abajo, en dirección a la ciudad.
—No le hagas caso, es un Fernir, una de nuestras mascotas —soltó un pequeño suspiro, sorprendido de que su propio miedo interior hacia aquella humana comenzaba a descender—, son  inofensivos.
Odesa se dejó llevar por el camino de piedra, llegaron al puente y lo cruzaron, no les separaban ya más de doscientos metros de la ciudad cuando volvió a escuchar la risa de los niños, esta vez mucho más cerca. Los vio a su derecha, en la orilla del río y rodeados de pequeños arbustos, se quedó muda al ver los extraños colores de su pelo y piel, alguno tenía una larga cola creciendo desde la parte más baja de su espalda.
—Esto es completamente irreal… —murmuró preguntándose miles de cosas.
Tenía miedo, no lo podía negar, ¡demonios nada más y nada menos! En momentos como aquel sentía su determinación flojear, y dudaba que pudiese soportar muchas más sorpresas después de haber visto aquella enorme cosa o monstruo cruzar el cielo sobre su cabeza. Suspiró mientras sentía la enorme y fuerte mano de Akrios empujándola de nuevo.
Cruzaron un portón en el que había dos hombres vestidos con alguna clase de armadura, ambos saludaron, en opinión de Odesa, demasiado profundamente cuando se inclinaron y agacharon la mirada para posarla sobre el suelo de piedra gastada, lo cual provocó un pequeño sentimiento en ella, como si se sintiese alguien importante. Y de repente, una risilla se adueñó de su boca cuando vio a Akrios responder a su gesto, él, lleno de mugre y con su ropa de mendigo…
—¿Te ríes de mí, mocosa? —torció el labio superior con enfado y la empujó con fuerza contra el muro más cercano, a lo que ella se quejó sintiendo un poco de dolor en el hombro debido al impacto— Te voy a tener que enseñar modales.
—¡Me gustaría verlo! —gritó levantando el mentón altiva mientras le retaba con la mirada.
Su orgullo disminuyó un poco cuando él afiló la mirada y apretó con fuerza la mandíbula, Odesa habría jurado que debido la fuerza usada, le había emergido un enorme músculo en el cuello. Al mismo tiempo, Cronn le miró sorprendido por su repentino autocontrol, algo desconocido en Akrios hasta aquel momento, no era el tipo de demonio tranquilo que se dejaba mangonear, menos aún por una niña humana, bien lo sabia él después de tanto tiempo a su lado.
Con un nuevo empujón, terminaron de entrar en la ciudad. Odesa observaba todo con especial atención, no era ni de lejos lo que se habría esperado encontrar en una ciudad demoniaca, veía a la gente caminar de manera tranquila con sus quehaceres matutinos, comprar, colada… los niños corrían jugueteando y enormes hombres vestidos con medias armaduras caminaban en lo que ella imaginó sería una patrulla.
—¿Dónde me lleváis? —quiso saber al cabo de un rato, pues se fijó en que no se habían adentrado hacia el centro de la urbe, sino que estaban dando un rodeo e iban por lo que serían los límites de la ciudad.
—A ver al consejo, ya te lo hemos dicho —respondió Akrios un poco agrio mientras la apremiaba—. Date prisa, tengo hambre.
—¿Y a mí qué me dices? —se quedó estupefacta por su poco tacto— ¿Crees que mi idea de un verano maravilloso era estar aquí rodeada de bichos raros? —habló tan rápido que se trabó un poco, la repentina furia que se apoderaba de ella la controlaba.
Akrios levantó un dedo cuando ella se paró frente a él encarándolo, como si la señalase, entonces dio un paso al frente y la empujó con tanta fuerza que su trasero acabó de sopetón encontrándose con la dura piedra del suelo. Odesa levantó la cabeza preparada para gritar todo cuanto se le pasase por la cabeza, pero la mirada que tenía aquel endemoniado en la cara le cerró la boca. Oscura habría sido la definición más cercana. De nuevo, tragó saliva con dificultad mientras un escalofrío le recorría todo el cuerpo, se sintió pequeña, indefensa y un poco estúpida.
—Definitivamente voy a enseñarte modales —enarcó las cejas mientras aquella temible oscuridad desaparecía y una sonrisa se dibujaba en su rostro—, por supuesto, a mí manera…
Cuando ella iba a intentar hablar y reprocharle algo, Akrios se agachó lo suficiente para llegar a ella, estiró el brazo y la agarró con fuerza de la pechera para levantarla de sopetón mientras ahogaba un grito por la impresión, pues por un segundo creyó firmemente que la golpearía, o peor aún, mataría.
Se quedó tiesa cuando llegaron ante el primer tramo de escaleras. Su menté se tiñó de blanco y su respiración se aceleró hasta el punto de llegar a tartamudear cuando logró articular su pregunta.
—No será cierto… ¿hay que subir? —el aire se le escapaba de los pulmones con el simple pensamiento.
—Claro —Cronn la miró con sorpresa—. ¿Por qué pones esa cara?
—¿Intentáis… que me muera? —su cara no escondió su actual estado de ánimo— Nadie es capaz de subir eso…
—¿De qué hablas? —se metió Akrios por medio— Sólo son escaleras.
“Solo escaleras…”. Repitió en su mente “¡Debe de haber cientos… miles!”.
Sin tiempo a que pudiese decir nada más, Cronn comenzó a subir a paso ligero, Akrios la apremió y ella comenzó a seguirle escaleras arriba. No eran muy altas, pero sí anchas para sus piernas, tenía que dar dos pasos para llegar a la siguiente, y así sucesivamente. Un rato después ya comenzaba a tener dificultad a la hora de respirar, y sentía las piernas pesadas, como si se hubiesen convertido en plomo, y ni hablar de la sequedad de su garganta, ¡mataría por un trago!
—No… no puedo… más… —dejó caer parte de su cuerpo, apoyando las manos sobre las rodillas mientras sentía como varias gotas de sudor resbalaban por ambas sienes— Joder…
—No sabía que los humanos fuesen tan debiluchos —Akrios se paró frente a ella y se cruzo de brazos mientras la analizaba—, me sorprende.
Odesa puso los ojos en blanco, no podía creerse que después de haber subido tantas escaleras tuviese la misma cara y respirase tan tranquilamente, era imposible… al menos para un cuerpo humano, resistir aquello. Aunque bien es cierto, que Odesa no era una persona muy movida, no practicaba ningún deporte ni ejercicio, y ahora le pasaba factura. Definitivamente cambiaría eso.
Cuando al fin consiguió llegar al final de la interminable escalera, Odesa dio un par de pasos para alejarse, cogió aire inflando su pecho todo lo que pudo e intentó normalizar su estado. Inevitablemente, quien fuese capaz de subir tal escalinata sin dolor de piernas, sin sudar como un pollo y desde luego, sin morir… no era humano.
Había llegado hasta arriba medio encorvada, sosteniéndose las piernas por el cansancio y cada varios peldaños tuvo que frotarse ambos gemelos, en los que parecían estar afilando cuchillos mediante su carne. Por eso, ahora que al fin conseguía enderezar la dolorida columna y suspirar tranquila, volvió a quedarse atónita de nuevo.
Desde aquel lugar tan alto podía verse la ciudad en todo su esplendor, sus vivos colores y el gentío que abarrotaba las calles. Aún estando tan alto, Odesa podía captar leves sonidos que llegaban desde abajo, mezclados con el susurro del viento que simplemente quería mecerse contra su níveo rostro y enredarse entre su larga cabellera oscura.
Se percató de que había un artilugio de hojalata cerca de ella, aunque no sabía si era ese tipo de material u otro. Era similar a un catalejo, pero redondo como una pelota de futbol, con lo que podía apreciar una mirilla. Se acercó a él sin importarle si los dos que la habían llevado hasta ese lugar tenían algo que objetar. En cuanto tuvo el aparato a un palmo, definitivamente supo que aquello debía servirles para vigilar un poco lo que sucedía a tantos metros bajos sus pies, así que no pudo evitar acercar un ojo a lo que ella supuso era la mirilla, aunque sin estar muy segura de ello. No vio nada al otro lado.
Escuchó un leve popurrí de risas a su espalda y se giró airada con el ceño fruncido, sintiéndose un poco abochornada y en cierta manera, estúpida.
—¿Qué? —refunfuñó de brazos cruzados alzando la barbilla y lanzándoles dagas con la mirada. Ambos estabas aguantándose una carcajada sin mucho éxito.
—Nos estábamos preguntando qué estabas haciendo mirando tan de cerca un simple interruptor —respondió Cronn.
¿Un botón…? Pues parecía más una mirilla que un botón.
—¿Qué es? —preguntó intrigada acariciando sin percatarse la fría superficie de la esfera con una de sus manos. Akrios rodó los ojos dramático y bufó cansado de tener que responder a todas las preguntas que hacía.
—Un telescopio, simple y llanamente.
—Pues no tiene pinta de simple —empezaba a crisparse, no estaba segura de si reía de ella, o realmente aquel demonio no entendía lo que decía. Desde luego, al otro lado no había agujero para poder ver—. No se ve nada si no hay un orificio de salida —cansada, señaló con el dedo punteando con la uña el sitio exacto en donde debería ir.
Ambos demonios se miraron extrañados.
—Ese artilugio fue, por decirlo de alguna manera, copiado de los que hay en tu mundo. No entendemos de qué te extrañas tanto.
—No le hemos preguntado de qué mundo es —susurró Cronn, pero Odesa llegó a captar “no hemos, y mundo es” y se imaginó la frase.
—… Mundo —musitó la chica—. Qué raro se me está haciendo esto… —se llevó las manos a la sien derecha y masajeó un momento. Luego los miró de nuevo.
—De primeras, eso no se parece en nada a un telescopio. Los nuestros no tienen botones, y claro que tienen dos orificios, te lo aseguro. Ya me diréis cómo narices podéis ver algo con esto —señaló el aparato.
Akrios se acercó con dos zancadas obligándola a dar un paso a un lado. Se plantó frente al cacharro y exagerando en demasía sus gestos, como creyendo que Odesa era tonta o algo similar, extendió el dedo índice de su mano derecha frente a sus narices, lo acercó lentamente hacia la mirilla como diciéndole “¿vas pillando los pasos?” y lo oprimió.
Hubo un momento de silencio, hasta que se escuchó un leve clic y un pequeño holograma de la ciudad en 3D se alzó frente a sus ojos.
El demonio volvió a apretar el botón y la imagen despareció al momento. Odesa estuvo a punto de gimotear, pero el albino agarró su muñeca tirando de ella hacia él y con la otra extendió su dedo índice, lo acercó al botón y lo hizo presionar, pero el bordeado de la mirilla cayó al suelo por el desgaste de los años y ambos se agacharon para recogerla al mismo tiempo. La cabeza de Ody chocó contra el hombro del demonio, quejándose porque el pelo se le había enredado en el cordón que él llevaba en el cuello y en un lió de golpes, tirones y manos, Odesa acabó rozando suavemente uno de los cuernos de Akrios con uno de los dedos.
Escuchó entonces un siseó al que siguió un fuerte gruñido a menos de un palmo de su cara, cuando clavó los ojos en él, vio que mostraba una perfecta fila de dientes coronada por dos amenazantes colmillos.
—¿Pero qué…? —a Odesa se le fue todo el color de la cara por un segundo.
Jadeó imperceptiblemente quedándose sin aire cuando los ojos de ambos conectaron de nuevo y los de Akrios, carentes de color a excepción de su iris rojizo, comenzaron a adquirir el color de la sangre. No supo interpretar si ese cambio era para bien o para mal, pero por aquél gruñido contenido, más le valía poner distancia entre ambos cuanto antes.
Akrios la intentó apartar de un empujón, pero Odesa gritó porque su pelo se había enredado más que antes en el dichoso colgante, dejándoles nuevamente en la misma posición, pero con un Akrios un tanto más agitado de lo que ya venía estando.
Cronn, a pesar de haber tomado un poco de distancia con la chica por el simple hecho de ser humana, tuvo el repentino impulso de acercarse en lo que se tardaba en decir “uno” al ver la reacción de su amigo. Con rapidez, sacó una pequeña cuchilla y cortó el mechón de pelo enredado, alejándola así del peligroso demonio que parecía estar batallando consigo mismo por los gruñidos y espasmos que tenía. En cuanto se alejó de él con un fuerte tirón de Cronn, Akrios voló unos metros hacia arriba. De su espalda emergieron una alas oscuras que carecían de plumas, más bien estaban formadas por alguna clase de humo, pero mucho más denso. El demonio dedicó una enfermiza mirada hacia Odesa enseñando los colmillos una vez más, y se fue dejándola desorientada, aterrada y totalmente incrédula por lo que acababa de ocurrir.
Una vez Akrios desapareció de la vista de ambos, viró sobre sí misma y observó la torre, que con la distracción del telescopio, ni se había percatado de su presencia. Frente a la edificación se alzaban dos majestuosas columnas romanas de piedra caliza de unos 3 metros de alto, tenían un diámetro tan gigantesco, que Odesa estaba segura que si intentaba abarcarla con los brazos, ni de cerca iba a conseguir enlazar las manos.
Estos dos pilares guardaban y daban la bienvenida a una enorme puerta hecha de un material bastante parecido al hierro pero de colores níveos y brillantes que emulaban alguna clase de efecto marino. El marco de dicho portón, del mismo color, tenía perfilados en relieve unos intrincados símbolos grisáceos que Odesa ni se molestó en intentar analizar, ya que a simple vista no tenían mucho sentido. Alzó la vista, y un poco más arriba, hallándose a un par de metros por encima de la puerta, había varios ventanales arqueados que parecían tener la altura de una persona.
Odesa se preguntaba qué tipo de arquitecto construía un edificio tan alto  y con aquel número de ventanas, estas se apilaban unas sobre otras. Mientras le daba vueltas al tema, era arrastrada al otro lado de la enorme puerta por Cronn, que con insistentes empujones contra su espalda, estaba consiguiendo el cometido de meterla dentro del edificio antes de que Akrios volviera, que en aquél estado en el que se encontraba, no quería ni imaginarse lo que podría llegar a ocurrir.
Una vez cruzado el lumbral, la chica quiso preguntar por el otro demonio, pero viendo el rictus serio de la cara de Cronn, se ahorró gastar saliva ante una respuesta que no llegaría. Atravesaron un pequeño pasillo estrecho, tanto que si estirabas los brazos, posicionándote en cruz, la palma de la mano tocaría ambos tabiques. Al salir del pasillo, Odesa se quedó boquiabierta, ambos se encontraron dentro de una enorme sala circular creada con puro mármol, aquella estancia le pareció tener el tamaño de un palacio de diputados.
Los suelos eran de un color hueso roto y las lejanas paredes de mármol negro que le daban un toque místico a juego con las intrincadas lámparas de llamas que colgaban del altísimo techo, el cual era un gigantesco espejo que reflejaba todo lo que había bajo él. En el centro, como si fuera el contrafuerte que sostenía el edificio, se encontraba un pilar de un material traslúcido que subía hasta el techo, rodeando una plataforma circular y en lo que parecía una mesita a su lado, un panel de mandos.

Ody se quedó mirando el techo, se vio a sí misma desaliñada y algo mugrienta, junto a ella estaba Cronn, que miraba ansioso al pilar translúcido. Después de unos segundos de enajenación mental con tanta novedad, el demonio la arrastró hasta aquel panel mientras ella se sentía una pequeña hormiguita en una enorme colmena. Cuando llegó a la plataforma, no pudo evitarlo.
—¡Que me maten si esto no es un bendito ascensor!  —gaznó aliviada al ver el invento y por no tener que subir más escaleras hasta el lugar al que se dirigían.
—Lo llamamos transportador —murmuró él. Aún sentía algo de pavor de la humana, aunque se le hacía inofensiva.
—Es lo mismo —respondió un poco menos asustada—. Por cierto, sobre lo que ha ocurrido an…
—Sin comentarios —la cortó—  y mejor que cuando le veas luego no toques el tema —Odesa ciñó aún más su cruzamiento de brazos y se metió dentro del pilar cuando Cronn la obligó.
—Que conste que sigo alucinando con todo esto —le informó la chica con sinceridad.
—Ya somos dos —masculló el rubio empujando hacia abajo una palanca que tenía la mesa de mandos. La plataforma comenzó a subir lentamente.
—No te muevas mucho —le advirtió el Cronn— Una caída desde esa altura —señaló al techo—  y no lo contamos.
Odesa iba a responderle un “sé montar en un ascensor”, cuando sin avisar, el panel que les hacía de soporte a ambos cogió impulso a toda potencia saliendo disparado hacia arriba y asustándola de tal manera, que no pudo reprimir el grito, al que siguió otro de Cronn cuando ella se le enroscó al brazo como una lagartija desesperada, mientras gritaba viendo pasar las plantas de la torre como si fueran cometas que caían del cielo a toda velocidad. Debido a la fuerza ejercida sobre su cuerpo, cayó al suelo llevándose a su compañero.
Le importó un pimiento el número de pisos que habían pasado cuando al llegar a su destino abrió un ojo investigando, con cautela. Lo primero que vio fueron unas botas de cuero negro seguidas de unos pantalones de lino grises de cintura baja que dejaban ver los huesos de las caderas, era tan ceñido al cuerpo que bien podría fusionarse con la piel que había debajo. Siguió el recorrido ascendente de una perfecta tableta tostada y fibrosa de músculos semi oculta por una larga chaqueta negra, también de lino y sin mangas.
Terminó de alzar la mirada y tragó saliva.
Acababa de repasar de arriba abajo a otro demonio, pero este tenía uno potentes ojos esmeralda y el pelo rosáceo claro. Por su cara, a lo largo de ambas mejillas, tenía unos tatuajes tribales de color ocre rojizo.
—¿Podrías decirme en dónde cojones está Akrios? —preguntó el desconocido mirando fijamente al rubio.
Cronn se percató de que tenía a Odesa enganchada a su brazo como una lapa cuando esta se apretujó más contra él.  Este se deshizo de su agarre como su si fuera un cazo que había estado demasiado tiempo bajo las brasas.
—Vendrá en… un rato —respondió mirando a la chica que estaba refunfuñando.
—Más le vale, el gobernador quiere verle y no creo que sea por nada bueno —bufó cruzando los brazos y dejando reposar así todo su peso sobre una pierna, dándole la nueva pose, un aire informal a pesar de las pintas serias que tenía.
—Te aseguro que estará aquí en un rato. Cuando se… calme —puntualizó Cronn y el otro alzó una ceja.
—Cuando se calme —repitió lentamente—. Él siempre está calmado. Es una puta laguna de aguas tranquilas —taladró al rubio con esas dos esmeraldas que tenía por ojos.
—Ya, bueno… —se pasó una mano por el pelo echándoselo hacia atrás, aunque los mechones volvieron de nuevo a su lugar— Han ocurrido un par de cosas —avisó mientras comenzaba a incorporarse.
—Me imagino —miró a la chica examinándola—. No hace falta que entres en detalles, es evidente que en este edificio, una de las florecillas no es de la misma especie que las otras —sonrío mirándola sin siquiera apartar la vista hacia Cronn, que era con quien estaba hablando— ¿Puedes levantarte? —preguntó tendiéndole la mano a la pobre Odesa, que aún seguía espatarrada en el suelo.
—Ah… Uhn… —asintió con un poco de miedo, pero no extendió la mano. Ella misma se levantó apartando los mechones de pelo que le caían por los hombros y se volvió a pegar nuevamente a Cronn como si le fuera la vida en ello, pero sin agarrarle, le había quedado claro que le incomodaba el inocente gesto. El desconocido alzó una ceja divertido.
—Vaya, no sabía que las mujeres  te prefirieran antes a ti que a mí, Gazelle —se estaba mofando del rubio, pero este no le siguió el juego.
—¿No te llamabas Cronn? —Odesa empezaba a tener mucho que procesar.
—Sí —gruñó por primera vez el rubio—. Si no tienes nada más que decir, lárgate Atos —agarró la muñeca de la chica obviando el temor por hacerlo y la arrastró fuera de la plataforma pasando de largo del recién llegado.
—¡En realidad le llaman gacelita, pero yo lo masculinizo! —gritó Atos desde lo lejos con las manos en la boca haciendo de megáfono.
Cronn estaba mascullando algo en voz baja, y por el fuerte agarre de su muñeca, Odessa supo que aquél tipo no debía ser de su agrado.
Traición, viajes a través de mundos, demonios con mal humor, monstruos, bichos voladores… ¿Qué maldita tirada de cartas le estaba aguardando el destino? Con la suerte que estaba teniendo, una escalera de color seguro que no.
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